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Editorial

EMPEZAR DE NUEVO

 

No es ninguna novedad que los enfrentamientos personales, caprichosos y sospechosamente orgullosos entre dos personas nos llevan a enfrentar daños dolorosos y hasta mortales. Tampoco es la primera vez en que la prensa peruana está dividida en cuanto a las opiniones que se vierten respecto a la suspensión que la FIFA ‘otorgó’ al Perú por no saber trabajar en conjunto.


Peruanos, no engañemos a los peruanos diciendo que al 90% de personas le importa un ‘pepino’ la desafiliación de la FIFA. Duele. Pero más duele soportar a los dirigentes caprichosos y antojadizos que se aferran al poder caiga quien caiga. Cierto es que Burga puede gozar del respaldo de la FIFA. También es cierto que Woodman goza del respaldo del gobierno. Por eso ambos no dan brazo a torcer. La gente, el público, la afición, los amantes del deporte estamos de lado.

 

Para un lado del periodismo, ‘las leyes peruanas están hechas para respetarse’, en este caso, recae en el señor Woodman el hacer respetarlos. Para el otro bando, la FIFA tiene sus propias normas, es una instancia privada que ningún gobierno lo puede tocar. “Con esta suspensión no sólo se afecta el desarrollo profesional de los futbolistas, sino también de los técnicos, árbitros, dirigentes, representantes, utileros, médicos y hasta de los propios periodistas y muchas personas más”. Claro, muchos viven sólo de esto.

 

Sin embargo, por una cuestión de amor propio y orgullo ‘sano’, es necesario romper toda esta encrucijada llena de enfrentamientos y vicisitudes, los cuales nos condujeron a la decepción y al pesimismo. Es por ello que a la gente más le importa que Burga salga de la Federación Peruana de Fútbol que la desafiliación. Es por ello, que el mensaje a interpretar es volver a empezar. De cero. Como muchos temen. Como muchos quieren. Como mucho bien nos puede hacer

 

La corrupción, el engaño y la tristeza son cosas que a nuestro alicaído balompié terminaron por hundirlo. Es demasiado pensar que uno solo debe asumir la responsabilidad por lo que estamos pasando. Justamente por eso, se hace imprescindible poner la página en blanco y propulsar un nuevo comienzo, con nuevas estrategias y funciones específicas. No desuniéndonos de vez en cuando y cada día más. No creando gremios, asociaciones y entidades por doquier que sólo llevan a la confusión, al enfrentamiento, al desatino y, finalmente, a la desafiliación.

 

Apena sobremanera la situación deportiva por la que estamos pasando. Sin embargo, la alegría de pensar que tenemos una oportunidad de reivindicación ante la afición, ante nuestra patria y ante nuestro ego. El hecho de saber que estamos ad portas de demostrar lo que somos y lo que valemos, dejando de lado los sentimientos triunfalistas y no realistas, las emociones engañosas y las ilusiones que cada día se van apagando, nos llena de entusiasmo.

 

Empezar de nuevo y de cero es la oportunidad que un día se nos escapó. Hoy llegó al ruedo. Hay que caer para levantarse, la recompensa es lo más grande dicen. Empezar a invertir en el fútbol de menores, organizar campeonatos en todas las categorías y a nivel nacional, llevar a la selección a los mejores y no a los ‘mejores’, cultivar el deporte y la sinceridad. Eh allí, el disfrute de los triunfos, de los sueños y realidades de organizar megaeventos deportivos (olimpiadas, sudamericanos, ect.) Eh allí la verdadera causa y el valor de saber empezar de nuevo.



 

NO SE OYE, PADRE

 

Desde que inicié mis estudios superiores en la Universidad Nacional del Santa (UNS), no por decisión propia sino porque aquí y en muchas partes, lo que manda primero es el dinero, supe que el desarrollo normal de mis actividades académicas se vería restringido constantemente por las infaltables huelgas anuales que esta entidad acata. Pese a ello y consciente de que mi carrera se prolongaría a más de cinco años, acepté de buena gana. Jamás imaginé que la índole mediocre y pusilánime de nuestros educadores –catedráticos como se hacen llamar-, traspasaría a niveles de incapacidad insospechados. No es que recién me haya dado cuenta, es que no quería, con la confianza de que una vez aprendida la lección se corregirían errores. ¡Qué error!

 

Primero. Desde hace más de cinco años, los docentes universitarios de todo el país realizan constantes paralizaciones exigiendo la homologación de sus sueldos con la de los funcionarios del Poder Judicial. Después de dos o tres meses de haber ‘negociado’ con las autoridades gubernamentales deciden poner fin a sus protestas. El ofrecimiento es un pago escalonado o el otro mes o el otro semestre o el otro año o más adelante… Costumbre que año a año invita a volver a las calles y siempre –¡Oh! coincidencia- justo en los meses de octubre, noviembre y diciembre. Según el secretario general del sindicato de docentes (SIDUNS), Leonidas Yauri García, “porque ésas son las fechas en las que el Congreso define la utilización del presupuesto para el año siguiente”. Diciembre –mes en el que dejan de reclamar- es también la fecha en la que perciben sus gratificaciones y bonificaciones y no sé cuántas ciones más.

 

Segundo. No han aprendido los catedráticos que a cuanta protesta gremial se presenten, la respuesta del Ejecutivo se enmarcará siempre en lo mismo: Una tregua por favor, vamos a analizar sus pedidos. Bonachones ellos, cándidos, respetuosos. Una tregua. Y otra vez a cantar lo mismo: ¡Homologación! ¡Homologación! ¡Homologación!

 

Tercero. Antes de iniciar sus ‘marchas’, los dirigentes (o seudodirigentes) anuncian que cuentan con el apoyo de todos los docentes y estudiantes de la universidad, ‘por lo que la medida de lucha será radical’. Todo esto, acordado mediante una reunión donde la asistencia se resume en 16 docentes y la ‘bendita’ presencia de CERO alumnos.

 

Cuarto. La decisión de acatar la huelga sin lugar a discusiones debido a que la Federación Nacional (FENDUP) ya tomó la decisión. Vaya capacidad de decisión, valga la redundancia, que tienen nuestros docentes de la Universidad Nacional del Santa. Una barbaridad. Alabados sean. Ya se dijo, en dicha reunión sólo estuvieron 16 de los 169 catedráticos santeños.

Quinto. “Todos los docentes, nombrados y contratados están obligados a firmar su asistencia para evitar el descuento de nuestros sueldos”. ¡Oh, Dios! Aquí nadie tiene vergüenza y nadie la siente ajena. Que a las marchas sólo vayan los 15 ó 20 de siempre, los demás tranquilos. Igual cobrarán y se los tendrán que pagar.

 

Sexto. “Más de tres mil estudiantes se verán afectados con la huelga indefinida de los docentes” (Correo, 29 de octubre 2008). Gran efecto el que dio. Ni bien anunciada la huelga, los más de tres mil alumnos decrecieron a unos ¿50? u ¿80? Dejaron de asistir cual si la paralización lo realizaran ellos. Sólo 30, y un poquito más, marchas incluidas, conformaron un comité de Diálogo que se encargue de convencer a los profesores sobre el grave perjuicio de la medida improvisada que están tomando, además de incluir algunas propuestas destacables. No una ‘huelga blanca’, sino una donde las acciones que se realicen resalten la verdadera necesidad. Un alumno mencionó la idea de salir, carpetas sobre el hombro, a realizar clases en plena Panamericana Norte. A ningún Presidente de la República le gustaría que su pueblo manifieste su pobreza en pleno campo abierto, sobre todo, en los que se realizará el Foro APEC, donde los visitantes deben llevarse la mejor imagen del país.

 

Desde el 30 de octubre los docentes universitarios de la UNS ‘retomaron’ -¿cuántas veces se retoma?- la huelga indefinida por el aumento de sus haberes. Ahora existe algo más. El recorte presupuestario para las universidades públicas, lo cual creo es una gran excusa. El presupuesto que se le debe asignar a cada universidad depende de la capacidad de gestión de sus autoridades. Nadie puede rechazar los proyectos bien presentados y sustentados. En la UNS, cada vez que se cuenta con más de un millón de soles para inversiones, se devuelve casi en su totalidad por la consabida incapacidad de gasto. ¿Dónde estamos? El Gobierno está obligado a responder a cada uno de los requerimientos de dinero. Un proyecto debidamente sustentado dará el ejemplo.

 

Vivimos en un país donde la improvisación y el pesimismo son parte de nuestra fortuna. Justo o no, los profesores ya tomaron la decisión de no hacer clases. Los alumnos –ciertamente, no todos- dejan de asistir apenas se anuncia la huelga, los profesores cobran sin trabajar (solo los morales –a quienes no les gusta cobrar sin trabajar- están haciendo clases. Ojo, no por ‘amarillos’), hasta los administrativos hacen lo mismo. ¿Pero de qué huelga hablamos? ¿Alguien escuchó que en Chimbote los catedráticos están en huelga? Nadie los va oír y nadie lo hará mientras no se sientan posiciones, acuerdos, reclamos absolutos y en pleno consenso. Si docentes, alumnos y trabajadores están de acuerdo que se haga notar. Sino, el tiempo es el valor más preciado cuyo gasto no se puede recuperar. Y los días, meses y años no pasan en vano.

 



 


Protesta o descanso excusado

 

De ciento veinte docentes que laboran en la Universidad Nacional del Santa (UNS), sólo un promedio de diez acataron el paro de 48 horas convocado por la Federación Nacional de Docentes Universitarios (FENDUP), en reclamo del incumplimiento del gobierno central al no dictar la ley de homologación planteada desde el gobierno de Alejandro Toledo.

 

El minúsculo grupo, conformado por docentes y administrativos, marcharon desde la ciudad universitaria hasta la Plaza Mayor de Nuevo Chimbote. Sus arengas, casi sin fuerza y ‘a una sola voz’, suponían crear la idea (falsa) de llamar la atención de los transeúntes y los medios de prensa. Casi ningún medio lo cobertura. Si lo hace, es para nota de descarte.

 

Reclaman que el gobierno central respete la gratuidad de la enseñanza universitaria, el aumento de sus salarios y el nombramiento del personal administrativo contratado. Pero, ¿por qué no se oye el reclamo a promover una educación digna, con respeto, que se cumpla a cabalidad las horas programadas de clase y más inversión en la educación en general? ¿Acaso la única búsqueda es más pago para los docentes y lo demás queda en nada?

 

Desde el gobierno de Alejandro Toledo, los paros y las huelgas que la FENDUP programa se dan en pleno desarrollo de los ciclos académicos. Siempre se paraliza porque “tenemos una acuerdo “verbal” con los funcionarios del gobierno, que esperemos lo cumplan”. ¿Hasta ahora, lo han cumplido?

 

En Chimbote, sólo diez ‘educadores’ son quienes acatan los paros y las huelgas. Los demás brillan por su ausencia. Según el secretario general de la Federación de Docentes Universitarios de la UNS, Leonidas Yauri, “se encuentran plegados a la lucha desde sus casas”. Vaya Dios que les van a escuchar.

 

Después de este paro, se tendrán reuniones con todas las bases para tomar acuerdos del siguiente paso a seguir y, posiblemente ‘retomar’ las paralizaciones indefinidas, que, como ya es costumbre, sirven para que los docentes vacacionen por doquier, y los alumnos estén obligados a vacacionar.

 

Puede que los reclamos se traten de derechos absolutos. Pero, ¿Es posible cortar a cada momento el desarrollo de las clases universitarias? ¿Acaso los docentes no aprenden que a cada huelga que realizan el gobierno les responde con un ‘vamos a cumplir con ustedes’? Y siempre la misma cantaleta. ¿Porqué no paralizar hasta lograr el objetivo final?

 

Los alumnos tampoco dicen nada. Pareciera que éste es un bien logrado tiempo para ‘descansar’ de las exigencias, cada vez, menos exigentes. Mientras tanto los que sí seguirán sufriendo de las consecuencias de esta incomprensible jornada de protesta, serán quienes verdaderamente invierten en una educación que busca lograr un objetivo mayor a la que alcanzó la generación anterior. Los padres y los alumnos que estudian y trabajan. Solos, nadie los escucha. Tampoco a los docentes de la UNS, sólo diez, nadie les escuchará.

 


 
De los 20 y, los que “nada” tienen

 

Doña Rossy dice que somos unos  muertos de hambre. Mi profesor de periodismo interpretativo sostiene la misma teoría. Es verdad. Nadie lo niega. Doña Rossy dice que somos unos sucios -que en su boca “delicada” equivale a asquerosos para abajo-, pues, sí. No soy quién para darle la contra cuando yo me baño cada vez que me acuerdo -Rossy dice pestes del periodismo ante la mirada fastidiada de Sandor Renilla. Éste timoratamente le dice que no debería decir eso.

 

- Son unos coimeros p.

 

- Son unos mueerrrrrrrrrrrrrrrrrrrtos de hambre.

 

- Señora, Rossy Olivares, por el bien del país se debería de tener un poco más de respeto; no escudarse en los calificativos…

 

- Que me vienes con esas cosas. O me vas a enseñar tú periodismo. Anda, oe. que!..que!

 

-No -duda el periodista- no… soy nadie.

 

Doña Rossy entonces convierte punto 31 en un chiquero. ¿Porque no la botas, Sandor?, es la pregunta del millón.

En serio, hombre. Simplemente se acabó. Por qué el país tiene y debe de soportar a gente de esa laya. Tan ególatra. –“No te acepto que me critiques”. “Yo digo la verdad y la pura verdad”-.

 

Más tarde un televidente llamaría

 

- Sandor un poquito más de respeto para con el público que te sigue a diario.

 

Tal vez  doña Rossy pueda tener los 20 años de carrera en el periodismo, que finalmente ni ella misma sabe lo que es, sino despotricar callejoneramente contra todo mundo. Tal vez le hayan archivado los tantos juicios que le han interpuesto. Tal vez, sí pues, tenga gente que le siga. (A mí me ve más gente que a ti “san sandor”. Jaja. Tú sólo eres conocido por que grabaste unas imágenes de Álvarez, nada más). Pero amigo Sandor Renilla por qué no le dijiste: Es correcto. Es correcto hacer todo lo que ud. crítica, como por ejemplo. Sí, los niños se pervierten en los quioscos de periódicos de las esquinas,  también yo debo de hacerlo. También yo debo de desparramar barro con ventilado porque mengano o fulano lo hace… No pues.

 

Ahora, es verdad que los universitarios de periodismo  que salen de las universidades, en específico de la Universidad Nacional del Santa, salen y en muchos casos estamos en la luna.

 

Pero, ¿eso nos crucifica? ¿Eso nos convierte en cero? ¿En unos buenos para nada?. No, pues, además que uno no tiene por qué saberlo todo. Es verdad que lo primero que se aprende es la soberbia en el campo. Si tengo un micrófono me creo súper, pues.

 

 

A mí las autoridades están obligados a responderme. Ud. me responde o si no hablo mal, pues. Es cierto. Sin embargo la diferencia abismal que parece no ver doña Rossy es que en muchos casos los periodistas  comienzan a trabajar con estudiantes que están en cuarto, quinto o tercer ciclo. Jóvenes que ni siquiera aún han cogido una cámara. Peor aún, no han llevado cursos de redacción. Segundo, aquel que sale, recién tiene un día en la calle mientras que ud. tiene 20 años -según sus palabras- y no le puede pedir que esté a al altura de un Hildebranth.

Y le puedo asegurar que cuando lleguemos a los 20, difícilmente se parecerán a lo que hace Ud.

 
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